En los últimos años, los enjambres de microsismos registrados en el poniente de Ciudad de México se han convertido en un recordatorio silencioso de que el subsuelo también responde a las acciones humanas. Un estudio reciente de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) reveló que la interacción de dos fallas de deslizamiento lento —Barranca del Muerto y Mixcoac— es en parte responsable de estos movimientos. Sin embargo, la investigación también apunta a un factor adicional de fondo: la sobreexplotación de acuíferos.