El incumplimiento empresarial de la Agenda 2030: ¿Un fracaso anunciado?

En recientes conversaciones con empresarios y directivos, he notado una preocupación recurrente: la sensación de estar lejos de cumplir con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) en 2030. 

Algunos se muestran frustrados porque, a pesar de sus esfuerzos en materia ambiental, social y de gobernanza, la realidad es que los avances han sido más lentos de lo esperado. Y no son casos aislados. Todo apunta a que muchas empresas, tanto en México como en el mundo, no lograrán la meta en el plazo establecido.

La falta de incentivos han convertido la sostenibilidad en un desafío.
Foto elaborada con IA.

Los factores son diversos, pero hay algunos que resaltan especialmente. Primero, la falta de incentivos claros y de regulaciones contundentes ha hecho que muchas compañías sigan viendo la sostenibilidad como un “extra” y no como un pilar estratégico. 

A esto se suma la incertidumbre económica, que ha llevado a que ciertos planes de acción en sustentabilidad sean relegados ante la necesidad de sobrevivencia financiera. La pandemia de COVID-19 y, más recientemente, la crisis global de suministros, han sido piedras en el camino que han ralentizado los compromisos asumidos.

Otro gran obstáculo es la medición del impacto. Aunque cada vez hay más herramientas para evaluar el cumplimiento de los ODS, muchas empresas, sobre todo las pequeñas y medianas (Pymes), no cuentan con los recursos ni el conocimiento para hacerlo adecuadamente. Sin una forma efectiva de medir avances, es difícil demostrar progreso y aún más complicado redirigir estrategias cuando las cosas no están funcionando.

¿Y si la meta no se cumple?

El escenario nos lleva a preguntarnos: ¿qué pasará cuando llegue 2030 y muchas compañías sigan rezagadas? Una posibilidad es que la ONU conceda una prórroga, extendiendo el plazo hacia 2045 o más allá, como ya ha sucedido con otros compromisos globales. 

Otra opción es que, en lugar de mover la meta, se endurezcan regulaciones y sanciones para forzar a las empresas a acelerar el paso. También podría surgir un nuevo conjunto de objetivos más realistas y adaptados a las condiciones actuales del mundo, considerando la disrupción tecnológica, los cambios geopolíticos y las lecciones aprendidas en la última década.

Sea cual sea el desenlace, lo que está claro es que el tiempo corre y la sostenibilidad dejó de ser un tema de relaciones públicas para convertirse en un factor determinante en la viabilidad de los negocios. 

La clave estará en qué tan rápido las empresas logren integrar estos compromisos en su ADN y, sobre todo, en cómo los gobiernos, organismos internacionales y la sociedad civil impulsan un entorno que facilite esta transición.

*El autor es Socio-Director de Empresas2030.

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