Reforestar no basta: hacia una sostenibilidad con raíces profundas

*Consultora en Reputación y ESG I Opinión Impulso Empresas2030
En anticipación a la celebración del Día Mundial de la Tierra, el próximo 22 de abril, me permito hacer una reflexión sobre los esfuerzos de reforestación en el mundo, con el objetivo de contribuir al cumplimiento de las metas de reducción de emisiones planteadas en las reuniones globales sobre medio ambiente.
El programa Sembrando Vida y otras iniciativas impulsadas por empresas cuyo compromiso principal es la reforestación, deben ir acompañadas de una estrategia más amplia e integral. Esta no solo debe enfocarse en el número de árboles plantados, sino en la recuperación efectiva de los ecosistemas, entendida no como una acción aislada, sino como parte de un esfuerzo conjunto que se articule con otros compromisos de sustentabilidad.
De acuerdo con organizaciones como Greenpeace, los árboles son fundamentales porque absorben dióxido de carbono, purifican el aire y previenen la erosión del suelo. Plantar árboles es una acción significativa, sobre todo en zonas donde el suelo ha sido degradado, pero este esfuerzo debe coordinarse con otros, para alcanzar los resultados deseados. Iniciativas como el cuidado del agua, la conservación de especies, y la promoción de la agricultura y ganadería sostenibles, deben dirigirse hacia un objetivo común: la regeneración de los ecosistemas.
Incluso puede considerarse que sembrar y plantar árboles representa un reto mayúsculo, donde no solo importan las métricas cuantitativas (como el número de árboles), sino también las métricas cualitativas relacionadas con el impacto ambiental positivo.
Debemos ser congruentes con el relato. Mientras se siembra en un lugar, no podemos generar degradación y destrucción ambiental en otro. Se requiere un plan nacional en el que industria, gobierno y ciudadanía participen activamente en acciones de reforestación conjunta.
Algunas organizaciones han criticado los esfuerzos de reforestación de ciertas empresas, al considerar que son una forma de enmascarar las emisiones por las que estas mismas industrias son responsables. Esta crítica debería llevarnos a repensar la reforestación como parte de una estrategia integral de sostenibilidad que permita reducir emisiones en todos los frentes de acción de la empresa.
De nada sirve plantar millones de árboles si, al mismo tiempo, se continúa con la pesca indiscriminada o se contaminan los océanos. Es decir, la empresa debe adoptar un enfoque integral, en el que todos sus niveles sumen esfuerzos hacia la sostenibilidad: desde un CEO que opta por realizar menos vuelos aéreos, hasta el personal de mantenimiento que usa menos agua para labores de limpieza, o los empleados que evitan seguir la tendencia de la “gigilización”, calentando servidores y consumiendo grandes cantidades de agua y energía.
Asimismo, es necesario alinear todas las estrategias empresariales hacia una visión sustentable: empaques y procesos de producción circulares, publicidad con causa, transporte ecológico, y espectáculos con menor consumo energético o impulsados por energía solar.
En resumen, plantar árboles es parte de una lógica más amplia que, si se ejecuta con coherencia, puede reducir emisiones y generar un gran impacto positivo en el medio ambiente.