¿Qué hacer si ya estamos en la industria más estresante?

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Por Fernando Famanía, Co-CEO de ifahto, @FerFamania

México tiene el primer lugar en estrés laboral, por encima de China (73%) y EUA (59%), de acuerdo con cifras de la Organización Mundial de la Salud (OMS). En 2016, el estrés provocó, por lo menos, 25% de los 75,000 infartos registrados al año en México.

Las estadísticas son alarmantes: el estrés ha llegado a ser considerado un problema de salud a nivel mundial en individuos de todas las edades, sin embargo, poco se hace en las instituciones para reducir su repercusión en la calidad de vida de la gente.

En nuestra industria es cada vez más común conocer casos de gente joven con trastornos de ansiedad, insomnio crónico, problemas gastrointestinales y demás enfermedades relacionadas con el estrés. Y es que, seamos honestos, tenemos una de las profesiones más gratificantes, pero, al mismo tiempo, más demandantes del mundo. Los pitches, las entregas, los clientes, los cambios, los presupuestos, la facturación… ¡Qué aguante el nuestro!

Los expertos reconocen que existe estrés positivo y negativo; el positivo es aquel que podría definirse como “estar emocionado”; el que nos pone alerta, aumenta los niveles de adrenalina e incluso el rendimiento. Por otro lado, el estrés negativo, está relacionado con “la angustia” y es verdaderamente peligroso: provoca ansiedad y es el causante de las estadísticas mencionadas antes.

Como dije, nuestro medio nos atiborra de factores estresantes, y si bien no podemos deshacernos de ellos, lo que sí podemos hacer es cambiar la forma en la que los enfrentamos y aceptamos. A continuación tres de los que, a mi parecer, son los factores más comunes a los que nos enfrentamos e ideas prácticas para minimizar su impacto.

1. Decir demasiado “sí”. Decir “no” es difícil en nuestra industria. Nos enorgullecemos de ser multitask, de pasar la noche en vela ante una computadora para continuar con un montaje a la intemperie, trabajando más de lo que deberíamos, y luego fingir que fue fácil. A menudo debemos decir “si” por complacer a los que nos rodean.

2. Toma de decisiones. Si nos pasamos el día tomando decisiones, nuestro enfoque se debilita y nuestro rendimiento disminuye. Es claro que no podemos dejar de tomarlas, pero al enfrentarnos a demasiadas opciones, no solo nos sentimos abrumados, sino que tendemos a tomar peores decisiones. Cuando se trata de decidir, al interior de una empresa, no hay mucho que podamos hacer, ¿cierto? Pero un ejercicio que me ha funcionado es minimizar la toma de decisiones en el ámbito personal. Se rumora que el ex presidente Obama tenía dos estilos de traje entre los cuales elegía cada día cuál vestir; no creo que haya un mejor ejemplo
de persona con una labor estresante.

3. Hambre de más. Sí, la ambición es buena, pero si estamos constantemente preocupados porque creemos que no tenemos lo suficiente o porque merecemos más, invertimos energía valiosísima en mejorar áreas de nuestra vida, que terminan disminuyendo nuestra estabilidad y generando estrés. Un trabajo de introspección y agradecimiento por las cosas que hemos logrado y aquello que poseemos, ayuda a eliminar estrés innecesario.

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