Cerveza, RTD y Covid-19
Por Pedro Delgado Flores, experto en el área comercial
Mientras que algunos reportes (como Nielsen) consideraban a los autoservicios y mayoristas como los grandes ganadores en el mercado en las primeras etapas de la pandemia, (debido a las compras de pánico) este escenario sólo aplicaba a la clase media y media alta con la posibilidad de hacer desembolsos mayores para hacer compra de quince días -o más- de despensa sin que desestabilice su economía familiar.
En un país donde más de 52 millones de personas son pobres y 9 millones se encuentran en condiciones de pobreza extrema, la tienda de la esquina se confirma como una importante fuente de abasto de las familias mexicanas que van al día durante la contingencia. Muestra de ello es el incremento de demanda en productos de categorías como higiene y cuidado personal, así como alimentos por parte del canal tradicional, sin dejar de lado las bebidas de todo tipo, incluyendo bebidas de baja graduación como cerveza y bebidas mezcladas listas para tomarse.
Cuando se cierra una puerta, se abre una ventana...
El 31 de marzo el gobierno decreto suspender las actividades de industrias no esenciales, entre ellas, se consideró la producción y distribución de cerveza en México (afectando de esta forma el abasto a más de 800 mil tiendas en el país). No obstante, permitió que se pudieran comercializar los inventarios en punto de venta, lo que generó compras de pánico que ayudaron a drenar el mercado y encarecer el poco producto remanente.
De forma regular, el precio de un RTD es más alto que el de una cerveza nacional promedio (dejando de lado las cervezas artesanales, por supuesto), pero, ante un panorama de desabasto sumado al encarecimiento, la diferencia en precio se acortó y la disponibilidad en tienda suma puntos a la posibilidad de atraer nuevos consumidores, recuperar algunos que se hayan alejado del producto, e incluso, mejorar el mix de venta.
Si el nuevo consumidor, tuvo una buena experiencia en su incursión al mundo de los premezclados, existe una alta posibilidad de que la repita en un futuro. Las marcas que acompañaron a sus consumidores en esta etapa, podrían ser recompensadas en el consumo futuro.
Contra pronóstico, incrementó de forma importante la distribución e incluso los promedios de compra por cliente en bebidas de baja graduación que el comprador tomó como alternativa. En plena etapa de consumo indulgente -durante la pandemia-, no es opción no consentirte con un trago.
Aún a años luz de los volúmenes de la cerveza en México, la categoría de RTD ya es lo suficientemente atractiva para que algunas cerveceras hagan aproximaciones a los premezclados, como es el caso de Canillija y Pura Piraña de Heineken. Incluso Coca Cola con Topo Chico, incursiona en el mundo de la baja graduación.
Con este contexto la vuelta a la normalidad será más variada y una vez que el consumidor duro de cerveza se ha abierto a posibilidades diferentes, el horizonte es más amplio.