ESG: La misión va más allá de atraer capital

Uriel Naum Avila, CEO de Empresas2030
Uriel Naum Avila*

*CEO de Empresas2030 I Opinión Impulso Empresas2030

Hace poco, en una conversación con colegas del sector, surgió la siguiente frase: “Ya cumplimos con el ESG, los inversionistas están tranquilos”. Y aunque la intención era buena —mostrar orden y compromiso—, me dejó un nudo en la garganta. Porque en esa lógica, los criterios ESG parecen haberse convertido en un checklist para atraer capital… y poco más.

Pero el origen del ESG (Environmental, Social and Governance) no nació para tranquilizar a los fondos de inversión. Nació para recordarnos que nuestros negocios no existen en un vacío. Que lo que hacemos, lo que producimos, cómo contratamos y con quién colaboramos tiene consecuencias reales. En el planeta. En las personas. En la manera en que vivimos.

Claro que hoy es cada vez más común que fondos e inversionistas exijan métricas ESG. Y eso, en teoría, debería ser una excelente noticia. Pero hay un riesgo cuando reducimos todo a cumplir con estándares para ganar puntos con los stakeholders financieros, mientras ignoramos lo que pasa con los stakeholders humanos.

  • ¿De qué sirve tener una política de diversidad si las mujeres en la empresa no se sienten seguras al alzar la voz?
  • ¿De qué sirve presumir un programa de sustentabilidad si nuestras cadenas de suministro están llenas de intermediarios explotadores?
  • ¿De qué sirve tener gobernanza si no hay transparencia real ni canales efectivos para la rendición de cuentas?

Pongamos un ejemplo concreto: una empresa del sector alimentos lanza su informe de sostenibilidad con gran orgullo. Ha reducido sus emisiones, implementado energías limpias, y todo apunta a que está haciendo las cosas bien. Pero al mismo tiempo, paga a sus agricultores precios ínfimos, sin garantizarles acceso a salud o educación. ¿Ese ESG está funcionando? Para los inversionistas, probablemente sí. Para las comunidades, claramente no.

La diferencia entre hacer ESG y ser ESG está en la intención. En cómo se involucra a los verdaderos grupos de interés, en si se toma en cuenta su voz o solo se les menciona en un informe bien diseñado. Ser ESG implica asumir que las personas son el fin, no el medio para lograr una mejor evaluación.

La buena noticia es que muchas empresas están despertando a este dilema. Y están entendiendo que hacer ESG genuino también construye valor económico, pero desde una raíz más sólida: la confianza, la reputación, la legitimidad.

Así que sí: queremos atraer inversionistas. Pero queremos atraerlos por lo que realmente somos. Porque entendieron que nuestra causa va más allá del retorno. Porque quieren ser parte de un proyecto que transforma positivamente el entorno.

El compliance es necesario. Pero la conciencia es indispensable.

 

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