Educación: La morosidad es un freno silencioso para el futuro educativo

Por Ángel Martí

Al cierre del ciclo escolar 2024-2025, las escuelas particulares en México enfrentan una realidad preocupante: en promedio, arrastran una cartera vencida de $160 mil pesos (alrededor de 8,400 dólares). Este dato, revelado por la firma Mattilda en su más reciente estudio Educación en cifras, no solo refleja la incapacidad de muchas familias para cubrir sus compromisos, sino también una amenaza directa a la calidad, sostenibilidad y crecimiento del sistema educativo privado.

 

Educación

La morosidad promedio mensual a nivel nacional es de 8.3%, aunque se reduce a 4.7% al finalizar el ciclo escolar, gracias a los esfuerzos de recuperación. Aun así, las consecuencias son profundas: menos inversión en infraestructura, rezago en la capacitación docente, freno a la adquisición tecnológica y dificultades para retener talento académico.

“El problema de fondo es estructural y tecnológico”, señala José Agote, director general de Mattilda. “Muchas escuelas no cuentan con herramientas de cobranza automatizadas ni opciones modernas de pago, lo que vuelve más compleja la gestión financiera”.

El informe también destaca que:

  • El 44% de las escuelas identifica la cobranza como su mayor reto operativo.
  • Más del 50% de las deserciones se debe a problemas económicos.
  • 6 de cada 10 instituciones operan por debajo del 75% de su capacidad.
  • 25% no tiene ingresos adicionales más allá de las colegiaturas.

Esto último refleja una débil diversificación financiera, en un contexto donde los ingresos alternos (transporte escolar, venta de uniformes, actividades deportivas) se vuelven claves para mantener la liquidez.

Tecnología financiera como aliada de la educación sostenible

Mattilda advierte que solo el 65% de las escuelas que solicitan un crédito en México logran obtenerlo, y que las instituciones pequeñas y sin digitalización son las más afectadas. A su vez, los métodos de pago obsoletos no solo dificultan la cobranza, también impactan en la salud financiera de las familias, que requieren opciones accesibles, seguras y disponibles en todo momento.

El estudio revela que las escuelas que incorporan tecnologías como factoraje financiero, recordatorios automatizados, y múltiples canales de pago, pueden reducir su morosidad hasta en 50%, aumentar su matrícula y acelerar su crecimiento sostenible.

Ante este panorama, la sostenibilidad educativa debe abordarse no solo desde la pedagogía, sino también desde la salud financiera. En un país donde la educación privada representa una parte esencial del sistema, garantizar su viabilidad implica apostar por la transformación digital, modelos de financiamiento innovadores y mayor inclusión financiera para padres, alumnos e instituciones.

Porque invertir en educación no solo es apostar por el futuro, es también asegurar que ese futuro tenga bases económicas sólidas.

 

Tags

Version Digital

Empresas 2030 revista

 

Shutterstock