¿Influencers o personas reales?

 

Por Nicola Origgi, académico de la Facultad de Empresariales Universidad  Panamericana

 

Las redes sociales nos han magnificado. En Twitter todos somos sabios. En Linkedin todo somos CEO. En Facebook y en Instagram todos tenemos unas vidas perfectas y envidiables.

 

Origgi
Nicola Origgi. Foto: Cortesía UP

 

Las modas mandan. Todos somos coaches y ya no queda nadie a quien ayudar. Ahora la nueva moda en marketing es el Influencer.

 

En el argot moderno, por influencer se entiende alguien de supuesta fama, con miles o decenas de miles de seguidores, capaz de provocar admiración, una gran envidia y, a golpes de post, definir el futuro de una marca. Sus compensaciones se han vuelto dignas de una leyenda.

Los influencers parecen ser la cornucopia de las marcas. Se ven figuras perfectas: felices, profundos, guapos, cultos y conocedores de la esencia de la vida. Unas figuras míticas, casi unos semidioses griegos que lograron llegar a la Nueva Normalidad Digital, después de haber cruzado la puerta espacio-temporal.

 

Reciente fue el experimento de una agencia (Human to Human) que se inventó desde la nada una influencer falsa, comprando unos 100,000 “seguidores” por unos 500 euros. Al poco tempo varias marcas, que omitimos mencionar, estaban contactando a la "fake influencer" para ofrecerles campañas, invitarlas a eventos, proponerles contratos lucrativos, etc.

 

Hace un par de años una marca en México (Hershey’s) igual vivió una verdadera crisis por haber intentado usar unos influencers para intentar resolver un problema de awareness y relevancia de hace ya varios años. Epic fail: se vio falso, lejano, absurdo y generó un rechazo contundente.

 

¿Qué hacer?

 

Pensar en lo básico. Recordar que el cliente en la nueva normalidad valora más que cualquier cosa la frescura, la espontaneidad de contenido, la sinceridad y detesta ser presa de estereotipos o ser guiado por personas que a lo lejos se ven compensadas para dar a conocer y difundir a una marca.

 

Personalmente no me considero un gran amante de los influencers.

Creo que en términos de marketing más terrenal es mejor deleitar a los clientes, ofreciendoles experiencias WOW que quieran compartir y de esa manera volverlos medios ganados para la marca

 

Unas cuantas recomendaciones:

 

Las marcas no debemos invertir millonadas en influencers

Debemos identificar personas reales que aman a la marca e incentivarlos a que cuenten las historias que vivieron con la marca en sus redes sociales.

Solo así podremos tener personas reales, hablando de la marca de una manera fresca, espontánea que, lejos de generar un rechazo, permita dejar un impacto real y duradero en el cliente. No olvidemos que al ser humano le gusta escuchar historias y nada mejor que historias en que puedan sentirse identificados y contadas por personas en quienes puedan sentirse identificadas. Y por supuesto, siempre con una estrategia detrás claro y consistente.

 

 

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