Un llamado a la comunidad científica para combatir el hambre

Por David Kershenobich, presidente del Comité Científico del Premio Alsea

La ciencia juega un papel importante en la historia de la humanidad. El compromiso académico ha hecho frente a los múltiples desafíos que hemos enfrentado.

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Imagen: Pixabay

Sin embargo, día a día se suman más retos en los que la participación de la academia resulta una prioridad. Uno de ellos es la pobreza alimentaria que padecen millones de personas; me refiero a una problemática que se da tanto en México como en otros países del mundo.

De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO); el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA); la Organización Panamericana de la Salud/Organización Mundial de la Salud (OPS/OMS); el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) y el Programa Mundial de Alimentos (WFP, por sus siglas en inglés) de las Naciones Unidas, el hambre en el mundo va en aumento, debido a que la prevalencia de la subalimentación se incrementó del 8,0% al 9,3% de 2019 a 2020, y creció a un ritmo más lento en 2021 hasta llegar al 9,8%.

Tristemente los más afectados son los niños y jóvenes, porque la falta de un alimento nutritivo diario los destina a un desarrollo limitado. 

El asunto no es menor, porque estamos hablando de un sector que será determinante. Es decir, si no se atiende el hambre que enfrentan la niñez y la juventud ahora, no podemos hablar de un futuro promisorio para la humanidad. 

Ante esta situación, la participación de la comunidad académica es crucial, por medio de proyectos de investigación que generen estrategias acordes a la realidad y reviertan esta situación. 

Con esta premisa es que el año pasado se creó el Premio Alsea, que convocó a investigadores y académicos de Argentina, Colombia, Chile, España, México y Uruguay a presentar proyectos en el área de alimentación y/o nutrición desarrollados de forma independiente o en el marco de universidades, centros de investigación e instituciones de salud, públicas y/o privadas, tanto nacionales como internacionales, así como organismos no gubernamentales.

La respuesta resultó muy positiva, como parte del Comité, evaluamos cerca de 70 proyectos. El proyecto ganador fue del Doctor Emilio Martínez de Velasco, director del Laboratorio de Innovación Colaborativa (LINNCO) de la Universidad Anáhuac Mayab, que consiste en desarrollar una estrategia orientada a fomentar dietas nutritivas, sostenibles e incluyentes a partir de la amplia diversidad agroalimentaria de la península de Yucatán.

El proyecto del Doctor Martínez de Velasco es parte importante para hacerle frente a la pobreza alimentaria, pero hay que continuar generando conocimiento para combatir el hambre. 

En ese sentido, este 2023 el Premio lanzó la convocatoria para su segunda edición. Invito a la comunidad académica a que conozca las bases en la página https://premioalsea.com/ y registrar sus proyectos en materia de alimentación y/o nutrición, tienen hasta el 30 de junio del presente año para hacerlo. 

Porque la ciencia ha sido fundamental para el desarrollo de la humanidad, pero mientras aún haya registro de gente que padece hambre, no llegaremos a considerarnos una sociedad plenamente desarrollada.
 

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