Líderes: ¿nacen o se hacen?

Por Jaime Cervantes Covarrubias, CEO de Liderálity, Master en Desarrollo Humano, Universidad Iberoamericana, CDMX (México) y Master ejecutivo en Liderazgo Positivo Estratégico, Instituto de empresa, Madrid (España)

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Jaime Cervantes Covarrubias. Imagen: cortesía

Los y las líderes se hacen en el trayecto de su vida, no nacen líderes. El padre y la madre son un modelo para cualquier persona y para construir una relación, formarse, aprender una actitud o conducta en el futuro de un infante-líder. La educación primaria en casa puede transformar la realidad actual, recomponer el tejido social, construir paz y armonía en el mundo. El amor y la conciencia de parentalidad y marentalidad, sea biológica o adoptiva, hará la diferencia en los líderes del futuro.

 

Pero, ¿qué es una buena marentalidad y parentalidad? 

En mi experiencia, es la fórmula en que cada mamá o papá, juntos o separados, desdoblan su amor a sus hijos e hijas. Definir amor podría resultar difícil, sin embargo, les comparto siete constructos que  definen una parentalidad incondicional, responsable y consciente para formar de un buen ser humano.


 

  1. Apapacho: en náhuatl (lengua indígena mexicana) significa “abrazar el alma”. Como mamás y papás, debemos abrazar el alma de nuestros hijos e hijas desde que nacen. Ese afecto crea un vínculo profundo y relevante en la construcción de la autoestima o seguridad personal. Es parte de la vivencia de una “base segura”, es el cimiento de la persona que será, más tarde, un/a líder. Mientras más apapacho a temprana edad, más confianza en sí mismo/a tendrá una persona.


 

  1. Comprensión: cada persona tiene una carga genética, tangible e intangible, visible o invisible. Todos y todas sin excepción somos únicos/as, inigualables, originales e irrepetibles. Somos peculiares de carácter, temperamento, de naturaleza. Como mamás y papás, no podemos ni debemos obviar este hecho, ni transgredir o intentar modificarlo, sólo observar, acompañar y entenderlo, respetarlo. Mientras más comprensión demostremos de la belleza natural y característica de cada persona, más empáticos y tolerantes seremos  a las diferencias de la otredad.


 

  1. Armonía: el ambiente o contexto en el que se desenvuelve una persona es de vital importancia para descubrir el mundo e introyectar significados o signos que dan sentido instintivo a su vida (creencias, valores, ideales, placer, emociones y sensaciones, recuerdos). Como mamás y papás, es necesario crear entornos de bienestar en la convivencia cotidiana, enseñar a construir relaciones interpersonales positivas y amorosas que reflejen de forma transparente y auténtica el espíritu familiar y comunitario. Mientras más armonía haya en casa, más herramientas funcionales de socialización tendrán nuestros hijos.


 

  1. Inspiración: el ejemplo congruente es una herencia simbólica muy poderosa, que pasa a nuestros seres queridos cuando nos vamos. Los niños y niñas absorben la realidad a través de lo que ven: mimetizan cognitiva, emocional y socialmente lo que ven, escuchan y hacen sus padres y madres. Como mamás y papás, somos responsables de estos primeros estímulos, de la influencia directa o indirecta que ejercemos a través de nuestra congruencia de facto. Mientras más inspiración reciban nuestros hijos, mejor referencia, modelaje y autoconcepto tendrán en ellos/as mismos/as,  y por supuesto proyectarán mejor el/su futuro. 


 

  1. Apoyo: los recursos materiales son importantes para hacer cosas, satisfacer necesidades básicas como el sustento primario (alimentación y salud), un hogar y movilidad, entre otras. Mientras más apoyo le demos a nuestros hijos (entendiendo más como la garantía de lo necesario), más oportunidades tendrán de potenciar sus propias capacidades. 


 

  1. Experiencia: decía mi maestro Alfonso Ruiz Soto: “La vida sólo es rica en experiencias”. Como mamás y papás, debemos cultivar el aprendizaje y formación continuas de nuestros hijos e hijas. El desarrollo cognitivo, emocional y social de una persona es un derecho humano. Mientras más experiencia, más conocimiento, autonomía y autosuficiencia tengan nuestros hijos e hijas, más fundamento tendrá el libre albedrío.


 

  1. Reconocimiento: la valía subjetiva y/u objetiva de una persona se construye, se expande y se fundamenta en el reconocimiento de la persona, validar que existe tal cual es, a través de los vínculos y relaciones más significativos en las diferentes etapas de crecimiento (infancia, adolescencia, adultez temprana y hasta en etapas posteriores) es preponderante para establecer una buena autoestima. Como mamás y papás, es muy importante celebrar los micro éxitos cotidianos de nuestros hijos e hijas y aplaudir su esfuerzo. Mientras más reconocimiento, mayor será su florecimiento personal.

 

La marentalidad y la parentalidad son fundamentales en el devenir de un líder. Esa etapa temprana de la niñez se ve influida fuertemente por el desempeño de estos dos roles en el ejercicio amoroso de los siete constructos anteriores. La conformación de un vínculo y una relación saludable es determinante en la gestación de una buena idea de uno mismo, requisito ineludible para un futuro liderazgo.  

 

El desarrollo social de los niños y niñas tiene que ver, en primera instancia, con la extensión de las relaciones más allá de su familia nuclear (los profesores y los amigos, entre otros), pero el mundo elegido por papá y mamá representa una serie de oportunidades y retos para aprender a vivir y para adoptar valores, actitudes, competencias y conductas que los conviertan en personas-líderes funcionales o disfuncionales. Es por esto que considero imprudente hablar de liderazgo antes de hablar de la persona. 

 

En el regreso a clases, quiero invitar a los padres y madres de nuestros futuros líderes  a reflexionar con humildad y aceptación, y a preguntarse: ¿qué tipo de marentalidad/parentalidad estamos ejerciendo o hemos ejercido?, ¿qué tipo de vínculo hemos creado con nuestros hijos e hijas en sus primeras etapas de vida?, ¿qué tipo de relaciones e influencias hemos decidido acercarles y exponerles?, ¿en qué contextos sociales interactúan con el mundo y qué congruencia filosófica les estamos mostrando?, ¿cómo sentamos las bases para construir esa individualidad auténtica, amorosa y servicial para liderar con más humanismo un mundo ambiguo, complejo y lleno de incongruencias? 

Los y las líderes del futuro son el resultado de una buena marentalidad y parentalidad. Es una responsabilidad de largo aliento que elegimos cuando decidimos tener hijos e hijas, un trabajo que asumimos con amor, pero que debería ser más valorado por el impacto que tiene en la humanidad. 

¡Que sea un buen retorno a clases para todas las familias!

 

Contacto: jaime.cervantes@liderality.com

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