Medimos cada vez mejor lo que entendemos cada vez menos
“Y sin duda nuestro tiempo…prefiere la imagen a la cosa, la copia al original, la representación a la realidad, la apariencia al ser…lo que es ´sagrado´ para él no es sino la ilusión, pero lo que es profano es la verdad”
FEUERBACH, prefacio a la segunda edición de La esencia del cristianismo
Por Iván Castro Rivadeneyra. Director General en PQR Planning Quant
Desde hace al menos 2,600 años, las sociedades se han organizado en estamentos. Cada una de estas capas sociales se han determinado a partir de sus distintas características económicas, culturales, profesionales, legales o jurídicas. Generalmente, estas características diferenciadoras se entremezclan, de tal manera, que el estamento dominante acaparaba las mejores condiciones de cada una de ellas. Llegan a la memoria modelos sociales como el sistema de castas de la India o la civilización azteca; esta última se conformaba de la nobleza gobernante, sacerdotes, guerreros, comerciantes, artesanos y finalmente del estamento de campesinos. Entre aquellos tiempos remotos y hoy, las diferencias entre grupos sociales ya no son tan evidentes; en el pasado podría haber sido suficiente portar una prenda o un tatuaje distintivo para saber el segmento de pertenencia de las personas.
Sin embargo, hemos supuesto que, la diversidad actual en el comportamiento social y económico de los hogares puede simplificarse en solo siete niveles socioeconómicos sostenidos de seis dimensiones teóricas. De acuerdo con la AMAI (Asociación Mexicana de Agencias de Inteligencia de Mercado), que lleva realizando este esfuerzo prácticamente desde su fundación hace 30 años, las dimensiones teóricas en la que se construye la definición del nivel socioeconómico son:
- Infraestructura básica y espacio (número de dormitorios en la vivienda)
- Infraestructura sanitaria (número de baños completos en la vivienda)
- Infraestructura práctica (número de autos en el hogar)
- Conectividad y entretenimiento (tenencia de conexión a internet en el hogar)
- Capital humano (Nivel educativo del jefe del hogar y número de integrantes del hogar mayores de 14 años que trabajan)
- Planeación y futuro (ausente en la regla 2022)
La AMAI se ha preocupado por asegurar que el algoritmo de cálculo de nivel socioeconómico tenga cada vez mayor capacidad predictiva a partir de la correlación entre las variables medidas y el nivel de ingreso de los hogares mexicanos.
Ahora, ¿son solamente estas seis dimensiones teóricas las que pueden ayudarnos a segmentar de mejor manera el comportamiento socioeconómico de los hogares? ¿Es el nivel de ingreso de los hogares la variable que mejor discrimina el comportamiento social y económico de las familias? ¿Exactamente qué es lo que está describiendo el nivel socioeconómico calculado a partir de la regla?
De acuerdo con la Encuesta de Ingreso Gasto del INEGI (ENIGH) en su versión 2020; el 38% del gasto de los hogares se destina a alimentos, 19% a transportes y comunicaciones, 8% a educación y esparcimiento, otro 8% gastos personales y 7% a productos de limpieza. Es decir, la mayor parte del gasto regular de los hogares se aplica a rubros diferentes a la “infraestructura” de las viviendas. Es decir, la regla actual para el cálculo de nivel socioeconómico obvia las dimensiones relativas a las distintas maneras en la que los hogares mexicanos ejercen el presupuesto familiar. Adicionalmente, sabemos que el enfoque en gasto- y no en ingreso- es preferible cuando se desean entender patrones de consumo. Como ya el INEGI lo ha apuntado, en su más reciente estimación de la clase media, la observación de variables como el consumo de productos cárnicos podría correlacionar muy bien con la capacidad de erogación de las familias.
A manera de conclusión; parece evidente la necesidad de apuntalar el diseño conceptual de la regla de cálculo de nivel socioeconómico de los hogares. De esta manera los usuarios del algoritmo entenderemos exactamente qué es lo que estamos midiendo y cómo determinar su verdadero alcance.
Contacto: @castrorivan y @PlanningQuant