El ABC del ESG
Por: Darpan, creador del método Entrepremission.
“Cuida la tierra,
justicia y equidad,
futuro en paz.”
-Darpan
El ecosistema de la Responsabilidad Social Empresarial (ESG, por sus siglas en inglés) es complejo tanto a nivel mundial como local. En esta columna, exploraremos sus diversos componentes, proporcionando contexto e historia para profundizar nuestro entendimiento del tema.
Este es un tema con muchas aristas, así que tenemos que analizar con calma. Vamonos por partes como diría Jack el destripador, para entender con qué se come esto de ser ESG.
¿Qué son los criterios ESG (Environmental, Social and Governance por sus siglas en inglés) y por qué son importantes para los inversores?
En español simple, los criterios ESG se refieren a factores ambientales, sociales y de gobierno corporativo que se tienen en cuenta a la hora de invertir en una empresa, aunque el origen de estos criterios, se remonta a varias décadas atrás, en los últimos años se han convertido en la referencia de la inversión socialmente responsable (ISR).
¿A qué se refiere cada una de las iniciales ESG?
-La E de Environmental engloba el efecto que la actividad de las empresas tiene en el medioambiente, de forma directa o indirecta.
-La S de Social incluye el impacto que una determinada empresa tiene en su entorno social, en la comunidad.
-La G de Governance alude al gobierno corporativo de la empresa, por ejemplo, a la composición y diversidad de su Consejo de Administración, las políticas de transparencia en su información pública y sus códigos de conducta.
Inicialmente, las agencias de calificación especializadas en sostenibilidad eran las principales interesadas en estos conceptos, enfocándose más o menos en ciertos aspectos según el sector de la empresa evaluada. Los departamentos de sostenibilidad o RSC eran los responsables de proporcionar la información a estas agencias, las cuales luego compartían sus evaluaciones con sus clientes.
Tradicionalmente, los inversores institucionales han considerado que los aspectos de gobierno corporativo son cruciales para invertir en bancos. Sin embargo, en los últimos años, su interés por el clima y las cuestiones sociales ha ido aumentando de manera constante.
Algunas de las principales gestoras de activos, especialmente aquellas con fondos de gestión pasiva como Vanguard, State Street y BlackRock, así como algunas de gestión activa, han formado equipos especializados y desarrollado metodologías internas para asignar sus propias calificaciones de sostenibilidad.
¿Y los reguladores son conscientes de este cambio?
En 2020 también se lograron avances significativos en el ámbito legislativo. En la Unión Europea, uno de los hitos principales fue la creación de una taxonomía que clasifica las actividades económicas medioambientales según seis objetivos: mitigación y adaptación al cambio climático, protección de recursos hídricos y marinos, transición a una economía circular, prevención y control de la contaminación, y protección y restauración de la biodiversidad y los ecosistemas. Además, en 2020 se presentó el Pacto Verde Europeo, que es un hito porque exige que todas las políticas y propuestas legislativas consideren la sostenibilidad de manera integral. Este año se espera la publicación de la Estrategia de Finanzas Sostenibles Renovada, que actualiza y amplía el Plan de Acción de Finanzas Sostenibles.
En el sector bancario, la Autoridad Bancaria Europea (EBA) lanzó su Plan de Acción en Finanzas Sostenibles en diciembre de 2019, bajo el mandato de la Comisión de integrarlas gradualmente en la regulación prudencial. El plan incluye, entre otras cosas: un ejercicio voluntario de sensibilidad sobre riesgos de transición en 2020; la divulgación de información sobre riesgos ESG según el Pilar 3 de Basilea (2022); y un informe sobre clasificación y tratamiento prudencial de los activos con perspectiva de sostenibilidad (2025).
Por último, pero no menos importante, el BCE publicará los primeros resultados de sus pruebas de resistencia para evaluar la resiliencia del sector financiero al cambio climático a mediados de este año. Además, llevó a cabo otro ejercicio de prueba de estrés con una perspectiva supervisora en 2022, según Arturo Fraile, experto en Regulación Financiera en BBVA.
¿Vamos bien? Pues caaaaaambio de juego.
El Ticker de Bloomberg: EE0000
El S&P/BMV Total Mexico ESG Index busca medir el desempeño de las acciones del S&P/BMV Total Mexico Index que cumplen con criterios de sustentabilidad. El índice excluye acciones con base en las actividades comerciales de las empresas y las puntuaciones del Pacto Mundial de Naciones Unidas (PMNU), y es ponderado según las puntuaciones ESG de S&P DJI.
Ahora vámonos con BIVA sustentable.
En BIVA, en su posición privilegiada dentro del sistema financiero mexicano, está comprometido con generar un mercado financiero sustentable. Su Estrategia de Sustentabilidad considera los problemas ambientales, sociales y de gobierno corporativo (ESG) que afectan el negocio, operaciones y grupos de interés, por lo que trabajan conjuntamente para crear un impacto en los mercados y las comunidades donde vivimos y trabajamos.
Atmósfera, un estructurador bursátil
Su filosofía es que las empresas deben tener una visión de negocios centrada en valores éticos y basada en el respeto por las personas, su comunidad y el medio ambiente para la sustentabilidad de las futuras generaciones.
Verum, una calificadora ESG en las empresas.
Verum Partners cuenta con expertos con la experiencia necesaria para la implementación de prácticas sostenibles y de alto rendimiento, apoyando a sus socios en la integración de los requisitos ESG en los procesos rutinarios y de toma de decisiones, fortaleciendo la visión estratégica del negocio.
El término desarrollo sostenible, según el enfoque adoptado en el Informe Brundtland, elaborado por la Comisión Mundial del Medio Ambiente en 1987, significa: “satisfacer las necesidades del presente, sin comprometer las necesidades de las generaciones futuras”. En las últimas décadas se han celebrado importantes congresos mundiales con el objetivo de reducir el impacto ecológico y ambiental del hombre en el planeta, a través de los cuales se han firmado protocolos internacionales con el objetivo de establecer metas y mecanismos de desarrollo sostenible en todo el mundo.
Otro jugador importante es este negocio, las Empresas B, o B Corporation.
Una Empresa B no está determinada por el rubro, el tamaño o la facturación: es una compañía comprometida a generar un cambio, que considera en sus decisiones a los consumidores, a los trabajadores, a la comunidad, a los inversores y al ambiente.
En este momento de enormes desafíos, las más de 8,300 Empresas B certificadas en el mundo, hacen un llamado para que otras compañías se conviertan en agentes de cambio. Actualmente, existen empresas con Certificación B en 96 países y en más de 162 industrias. En Latinoamérica hay más de 1,100 empresas certificadas. En México, actualmente existen más de 100 empresas con esta certificación .
Un ejemplo de esto desde 2014 es Natura, quien está certificada como Empresa B por el B Lab, convirtiéndose en la primera compañía de capital abierto en obtener la certificación en el mundo. Contar con la certificación implica asumir un compromiso de manera continua y colocar en el centro del modelo de negocio un propósito empresarial con impacto social, medioambiental, diverso y equitativo.
Y bueno, ya por último, vayamos al asunto regulatorio en México…
Se presentó el pasado viernes 24 de abril, una iniciativa del Diputado Gabriel Ricardo Quadri de la Torre, del PAN, la cual pretende reformar la Ley del Mercado de Valores. Propone reformar los artículos 2 y 104 de la citada ley.
https://gaceta.diputados.gob.mx/Gaceta/65/2024/abr/20240424-II-2.html#Iniciativa1
Esta iniciativa pretende adicionar los términos de riesgos climáticos (ya sean físicos o de transición),
y los protocolos de los Gases Efecto Invernadero (GEI), para que se integren en los reportes anuales de las empresas que cotizan en el mercado de valores.
Todo esto para demostrar las acciones asociadas a mitigar y adaptarse al cambio climático.
En lo que respecta al Protocolo de GEI, se establece como un conjunto de normas, lineamientos técnicos y procesos para medir, reportar y verificar que las emisiones de contaminantes estén acorde a los acuerdos internacionales sobre cambio climático.
Las emisiones inscritas en el REGISTRO NACIONAL DE VALORES, se reportarán para que estén en informes anuales detallados de los GEI, sus medidas de mitigación y adaptación, la evaluación de riesgos y oportunidades asociadas al cambio climático, y estos reportes serán de acceso libre al público en general.
Los reportes señalarán los objetivos y metas anuales para reducir las emisiones contaminantes, las cuales deberán ser verificables.
Se deberán reportar los riesgos climáticos expuestos, ya sean físicos y de transición.
Las empresas deberán seguir las recomendaciones internacionales que la Comisión Nacional Bancaria y de Valores señale.
Deberán presentarse con los reportes financieros.
Por último, se propone que una vez aprobada y publicada la reforma en el Diario Oficial de la Federación, las empresas contarán con un año para presentar sus reportes de riesgo climático y emisión de GEI.
Esta propuesta debe ser impulsada de una manera coordinada, junto con otras medidas de mitigación y prevención a todos los niveles de gobierno para que funcione.
Espero haber aportado algo a un mejor entendimiento de este complejo ecosistema de ESG.
Nos leemos el próximo mes.
DRPN
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