Financiamiento y Economía Circular: El Camino para escalar impacto
Por Paulo Araya, CEO y Fundador de Alikum
Hablar de economía circular en ambos países es hablar de desafíos, pero también de oportunidades. En un contexto donde la crisis climática exige repensar la producción y el consumo, cada vez más emprendimientos apuestan por modelos sostenibles. Sin embargo, el crecimiento de estas iniciativas depende de un factor clave: el acceso a financiamiento.

Lo he visto desde cerca a través de empresas como Alikum Spa, que ha logrado consolidarse gracias a una combinación inteligente de fondos públicos y privados en las primeras etapas, el apoyo de instituciones como CORFO (corporación de fomento productivo de Chile) ha sido fundamental a través de Programas como Semilla Inicial y Expande han permitido que emprendimientos con potencial como este, escalen sus soluciones. A esto se suman iniciativas de empresas privadas, como las de grandes industrias que buscan reducir su huella ambiental y/o aumentar su impacto social positivo en las comunidades, mediante alianzas junto a diferentes proyectos de revalorización de residuos o concursos o desafíos ambientales con premios económicos respectivamente.
En nuestro caso, por ejemplo, siendo una empresa nacida en Chile, que ha desarrollado cuatro diferentes modelos de negocio basados en la reutilización de madera en desuso, gestionando y transformando residuos en muebles personalizados, juguetes con realidad aumentada y soluciones corporativas para la industria. Con cinco años de experiencia, ha logrado forjar alianzas con actores clave del sector, como Collahuasi, SQM y ZOFRI, lo que le ha permitido no solo crecer, sino también demostrar que la economía circular es viable y rentable.
Pero aquí está el gran reto para México: aún falta mayor acceso a financiamiento para que más empresas puedan seguir este camino. Muchas iniciativas sostenibles quedan estancadas porque los modelos de inversión tradicionales no consideran la economía circular como un sector prioritario. Es urgente que los fondos públicos amplíen sus líneas de apoyo y que el sector privado apueste más por estas soluciones.
En países como España o Francia, he podido conocer experiencias similares, los gobiernos han entendido que impulsar la economía circular no es solo una cuestión ambiental, sino también una estrategia de desarrollo económico. En Chile, estamos muy avanzando, pero todavía hay un largo trecho por recorrer.
Si queremos un país donde la sostenibilidad no sea un nicho, sino el estándar, necesitamos más financiamiento estratégico. Y para eso, no basta con tener buenas ideas: hay que conectar a los emprendedores con los recursos adecuados y generar condiciones que hagan viable su crecimiento. Ahí está la clave para que más empresas puedan hacer de la economía circular un verdadero motor de cambio.