La importancia de preguntar

Fernando Morales
Fernando Morales . Experto en propósito, liderazgo y reputación

“Yo solo sé que no sé nada”. ¿Te suena esa frase? Estoy seguro de que la has escuchado. Y muy probablemente sabes que se le atribuye a Sócrates, el famoso filósofo griego. Hay quien dice que esta frase es una muestra de la humildad que caracterizaba a Sócrates. No está uno para desmentir chismes de hace más de dos mil años, pero para mí que en realidad se trata de uno de los primeros y más efectivos eslóganes de la historia.

Sócrates tenía muchos seguidores, alumnos a los que enseñaba a través del diálogo, del intercambio de ideas. Muchos de sus antecesores y contemporáneos hacían lo mismo, solo que con una pequeña diferencia. Mientras aquellos centraban su esfuerzo educativo encompartir su conocimiento a un público de fieles escuchas y a responder a sus dudas, como de hecho se hace tradicionalmente en las escuelas hasta nuestros días, Sócrates hacía lo contrario: Él hacía las preguntas y sus alumnos las respondían.

El proceso se repetía una y otra vez, hasta que los discípulos llegaban a una respuesta con la que aparentemente todos estaban satisfechos, empezando por Sócrates quien, con sus preguntas, en realidad había estado guiando pacientemente a sus alumnos hacia la idea que él quería transmitir.

Posiblemente esta forma de enseñar llamaba la atención de la gente que pensaba “qué raro maestro es este Sócrates”. Pero Sócrates sabía, y tal vez solo le gustaba jugar con la idea de que él era un mero facilitador. Entonces, el “yo solo sé que no sé nada” era en realidad la frase promocional de su método educativo. A ese método se le conoce como mayéutica.

Yo no hablo griego, pero dicen que esta palabra significa algo así como “dar a luz”, o más precisamente, “ayudar a dar a luz”. Tampoco conozco mucho sobre la familia de Sócrates,pero también hay referencias que indican que su mamá era partera, y que de ahí tomó el filósofo ateniense la palabra, como una metáfora del hecho de ayudar a otros a parir el conocimiento. ¡Qué maravilla!

Traigo a colación esta historia porque la mayéutica no solo era la forma de enseñar de Sócrates, sino también su estilo de liderazgo. Sócrates sabía a dónde quería llegar, pero hacía un ejercicio dedicado de escucha activa con sus alumnos. Se tomaba el tiempo para escuchar, pero también para hacerlos sentir que sus opiniones e ideas eran tomadas en cuenta. Y seguramente esto último era más que una estrategia. ¿No crees que, en estatécnica de ida y vuelta, de pregunta y respuesta, algo de lo que decían sus discípulosenriquecía el planteamiento original se Sócrates? ¡Por supuesto!

Entre otras cosas, esto demuestra, por un lado, lo importante que es para un líder tener la disposición de escuchar a los demás, especialmente a quienes dependen de él de una u otra forma; y por el otro, que por mucha experiencia que tenga el líder, siempre hay espacio para el aprendizaje, para incorporar un punto de vista distinto al nuestro y que permitamejorar un proceso o una iniciativa, enriquecerlo.

¿Cuántas veces hemos escuchado que uno siempre debe atraer talento, colaboradores mejor cualificados que uno mismo? Y, sin embargo, sobran las anécdotas sobre jefes, mandos superiores inseguros que se preocupan más por mantener a sus subordinados a raya pensando que le pueden quitar la chamba o que pueden subir más rápido en el escalafón organizacional si los deja brillar demasiado.

Pero esto es absurdo. No debemos olvidar que Sócrates tuvo como alumno a Platón, y que éste fue maestro de Aristóteles. Esa es una de las mayores y más contundentes evidenciasde las bondades de un liderazgo que promueve el crecimiento, el desarrollo de su equipo, y valora la diversidad: de ideas, de origen, de formación, de género, de generación.

Por si fuera poco, esta forma de diálogo, ese sí, circular, nos permite ejercer un liderazgo más consciente y más empático con nuestros colaboradores. No se trata de preguntar por preguntar. La clave es preguntar con un objetivo claro, con genuina curiosidad, y hasta con humildad. No por mero trámite o condescendencia, sino esperando descubrir cosas nuevas, matices, elementos que nosotros no habíamos visto o considerado.

Solo hay un pequeño detalle con la mayéutica, y es que hoy vivimos una dinámica personal y laboral que hace cada vez más difícil tomarnos el tiempo para detenernos a “filosofar”, ahacernos y hacer preguntas, a cuestionarnos si vamos por el camino correcto o si hay una forma mejor. Y como empleados preferimos seguir el camino trazado sin hacer preguntas ocuestionar a nuestros jefes, ¡qué flojera!

Como jefes estamos tan presionados por dar resultados, que evitamos preguntar qué piensa el equipo por temor a retrasar los proyectos, o peor aún, por pánico a que alguien se atrevaa proponer otra forma de hacer las cosas y tener que empezar de nuevo. Entonces nos dedicamos a dar instrucciones y sustituimos la retroalimentación en vivo por encuestas de clima laboral en línea que tampoco se traducen en cambios.

Como habitantes del penthouse corporativo es común, y hasta normal, que tengamos poco tiempo para escuchar a nuestros colaboradores. Y con tanta carga de trabajo, también es entendible que los reportes prefieran seguir el mapa trazado por los jefes para no entrar en discusiones que nos retengan más tiempo en la oficina. Sin embargo, es importante que todos entendamos que merece la pena invertir en tiempo para hacer las preguntas necesarias.

Es verdad, es una inversión a mediano, a largo plazo, pero te aseguro que los resultados sin duda son positivos, No solo para la incentivar la innovación, sino para fortalecer elliderazgo de los jefes y elevar la confianza y el compromiso de los colaboradores.

Te recomiendo que apartes un espacio, no tiene que ser mucho tiempo, solo 15 o 20minutos a la semana para dialogar con tus colaboradores, para intercambiar puntos de vistacon tu jefe y tus colegas. Anímense a co-crear, rétense, ayúdense a dar a luz nuevas ideas.

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